Un movimiento de masas, nacido espontáneamente, debe ser apoyado y al mismo tiempo orientado. Si el movimiento sólo se conforma con protestar y aplicar la violencia, se ha perdido el sentido de la lucha y carece totalmente de representatividad.
Está muy bien participar en manifestaciones y defender los derechos de los más desprotegidos. Está bien defender los derechos de todos los ciudadanos. Pero se debe respetar las reglas del juego y respetar a otros grupos o ciudadanos, evitando actos de violencia.
Por otra parte, nadie se pueda arrogar la hegemonía de las protestas ciudadanas, desconociendo a otros grupos que han luchado por una sociedad mejor, que tienen como meta transformar la sociedad, para lograr justicia social, pero que jamás han logrado llegar a tomar una parte del poder, monopolizado por grandes partidos políticos, como lo son el PSOE y el PP. Hay que distinguir entre los enemigos del pueblo y sus defensores.
Arrojar agua e impedir la participación del dirigente de IU, Cayo Lara, es un acto repudiable, producto de la ignorancia y la intolerancia. Los ataques indiscriminados contra instituciones y otros ciudadanos son manifestaciones anarquistas, que jamás proponen soluciones sino únicamente el caos.
El movimiento de los acampados debe condenar a los elementos que llevan a cabo esos actos, que sólo contribuyen a debilitar la lucha del pueblo y favorecen las actuaciones de las fuerzas represivas del Estado.
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