Era uno y eran dos
y fueron cien y doscientos
y eran cada día más
y llegaron a la Puerta de Sol
y a la Plaza Catalunya
y a cientos de otras plazas
Se hicieron presentes
se hicieron visibles
aunque siempre allí estuvieron
pero nunca nadie los vio
hasta el quince de mayo
cuando hicieron oír sus voces
Y allí están creciendo, a pesar del repliegue. Se van llenando otros espacios y sus voces seguirán oyéndose. Es la ola que se ha transformado en marea. Y seguirá creciendo hasta desbordarse por las calles, las avenidas, las plazas y los parques. Hasta el más recóndito paraje llegará el mensaje de la nueva era. Y su ejemplo será seguido, tarde o temprano, por ciudadanos europeos conscientes y deseosos de ver surgir un mundo distinto al de los banqueros y fabricantes de armas.
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